Este lugar siempre estuvo bajo la jurisdicción de la abadesa del Monasterio de Santa María la Real, establecido en la parte alta de la localidad, junto a las copiosas fuentes que sirvieron para regar sus huertas. De él queda el recinto sin uso religioso, pues las monjas se trasladaron a Aranda no hace muchos años. Hoy en día es propiedad particular, y en el edificio se ubican una residencia de ancianos y una quesería artesanal. El nucleo del edificio monacal, originario del siglo XII con sucesivas ampliaciones y compuesto por Iglesia, Capilla de los fundadores y Sala Capitular situados en torno al claustro, fue terminado de restaurar en 2008 y alberga la Posada Rural Monasterio Tórtoles de Esgueva.

A finales de la Edad Media se edificó la iglesia parroquial, adosada a un viejo torreón defensivo que se habilitó como campanario. Posee tres naves, cubiertas por bóvedas de crucería, en las que se diseñaron variados dibujos. Por el exterior carece de portada de interés, pero destaca la fachada meridional, con un rosetón.

Atendiendo a otras riquezas artísticas, hemos de reseñar los retablos, sobre todo el mayor, renacentista, de talla y pinturas, y la pila bautismal románica, animada todo alrededor de su copa con sencillas arquerías de medio punto.

La ermita de San Isidro, que amenazaba ruina, fue restaurada el año 1998 por la colaboración de las gentes y del ayuntamiento.

EL CONVENTO DE SANTA MARÍA DE TÓRTOLES DE ESGUEVA (Actualmente alberga la Posada Rural Monasterio Tórtoles de Esgueva, una quesería artesanal y una residencia de la tercera edad)

Se localiza muy cerca del monasterio de San Pelayo de Cerrato (Palencia), a unos 30km al norte de Peñafiel y pertenecía a la diócesis de Burgos.

En 1161 Gonzalo Pérez de Torquemada funda un priorato premonstratense dependiente de La Vid, en su villa de Tórtoles. En 1194 se traslada a este lugar una comunidad de monjas benedictinas, edificándose su monasterio en sustitución del priorato. Parece que ya en 1148 en Tórtoles había una iglesia propiedad del monasterio de La Vid. En 1163 se confirma como propiedad del monasterio de La Vid por el Papa Alejandro III, pero en 1194 la fundación premonstratense no había prosperado, por lo que el monasterio pasó a pertenecer a la Regla de San Benito con el traslado de una comunidad femenina procedente de San Millán de Frandovínez, cuya abadesa era Urraca Pérez de Torquemada, hermana del fundador.

El poco tiempo que duró el establecimiento premonstratense (apenas treinta años) y la rápida implantación de la comunidad femenina benedictina, han hecho que la fábrica conservada pertenezca, por completo, a campañas constructivas de esta última orden.